viernes, 18 de enero de 2008

La espera






Entre árboles grises, fácilmente transformables por algun habitante del momento, se hallaba un duende herido por una soledad casi insospechable, sobre una parcela algo manchada y envuelta de huellas pequeñas.
-Levantate, que nadie viene.
-Ya sé que nadie viene, pero por qué querés que me levante?
-Porque nadie viene.
-Y quién esperabas que viniera?
-Nadie.
-Ya es tarde, alguien viene.
-Entonces no te levantes, puesto que alguien viene.
-Tengo un enorme deseo de hacer el amor con vos. Vení, acostate conmigo antes de que alguien venga. Rápido, acostate.
(Un leve silencio arrebató la voz del duende, pero sin poderlo sorprender, como si hubiera esperado toda su vida aquel instante)
Y de pronto se perdieron como de un sueño los árboles grises, y no había más que un demente con un cuchillo en la mano, hablándole a un cadáver.

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